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¡Quién lo fuera a decir, que las dos advocaciones hermanas se juntaran! Después de no sé cuánto tiempo. ¿Cómo fue eso?

Purisima y Roble

Pues resulta que hablaron de parte de la Virgen del Roble, a la Basílica de la Purísima, para preguntar si podían recibirla. A lo que la Virgen chiquita, contestó inmediatamente que sí. ¿Cómo no la iba a recibir? Hasta le ofreció prepararle a su advocación hermana un altar que hiciera juego con su transparente capelo. 

La llamada fue el viernes, justo el tiempo necesario para que la Virgen chiquita se peinara y pusiera caireles a su hermosa y castaña cabellera, para que diera toques al vestido más elegante que tenía, y pudiera pulir la corona de oro que la ceñía. Quería presentarse con todas sus galas, para tan distinguida ocasión. El acontecimiento sería dos días después, el II domingo de Adviento, fecha en que se celebra el día de los motociclistas, quienes serían, precisamente, quienes la cortejarían. 

La Virgen del Roble, vendría con su hermoso vestido de peregrina, el que usa para recorrer todas las Iglesias, dentro y fuera del país, además de traer su excelsa corona, a 50 años, justamente, de haber sido coronada. Pero bueno, la Virgen chiquita, como era la anfitriona, tendría un altar más alto, para que la pudieran ver, pues era la más pequeña. 

El día llegó, y estuvo en grande la fiesta, las dos advocaciones hermanas se abrazaron amorosamente, se sonrieron, y se pusieron una junto a la otra durante toda la misa. Dieron un hermoso ejemplo, de cómo se puede convivir en paz en familia, sin celos, con profundo respeto, con inmenso cariño y ternura, llenas de alegría, y ofreciendo servicio y hospitalidad. 

Además todo transcurría el 7 de diciembre del 2014, un día antes, precisamente, de celebrar la fiesta de la Virgen Purísima de la Concepción, así que la Virgen del Roble, le rendía los honores en su fiesta a la anfitriona, que estaba toda sonrojada y feliz llena de emoción. Afuera en la calle, se oían los gritos con que invitaban a toda la gente, los esperamos al final a los tamales, enchiladas, burritos y al champurrado. 

Adentro, la misa transcurría con respetuosa algarabía, los cantos, los aplausos y las risas de los muchos niños que alegres participaban. 

La misa terminó, y se bendijeron los cascos, los chalecos de cuero y las familias de los motociclistas, que se dispusieron todos a los pies del altar. 

Acto seguido, las dos imágenes, fueron asediadas por flashes de muchas cámaras que salieron de todas partes, para guardar el momento único y especial. 

Todos los presentes se tomaron fotos con ellas, en el breve tiempo mientras empezaba la siguiente misa, y antes de que la Virgen del Roble saliera, y siguiera su peregrinación de la mano de los motociclistas, que la llevarían con ellos, por todos sus caminos, con la libertad y fraternidad que los caracterizan, hasta recorrer el mundo entero. 

 

+Alfonso G. Miranda Guardiola 

@monsalfonso

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