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Historias

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La noche oscura de San José. 

Posted by on Dic 17, 2014 in HISTORIAS | 2 comments

Esa noche antes de dormir, José se la pasó muy mal, por la noticia que empezaba a correr por todo el pueblo: María, su prometida, estaba encinta. José atribulado pensaba, ¿qué haré? la llevaré ante el juez con dos testigos, para que nadie se entere, y todo quede en privado, y ella pueda seguir su camino, y yo el mío ¿o qué hago? Yo por mi parte me iré a otra ciudad, yo no puedo soportar esto. Pero no quiero hacerle daño, ni siquiera quiero dejarla, yo sé que es buena, sé que su alma es hermosa, desconozco las razones para que esto haya sucedido, sin embargo su mirada se ve, como nunca, inocente, bella, pulcra y hermosa, no lo entiendo. ¿Qué haré?… y si aún así me quedara con ella… ¡Pero esto no puede ser!. Si al menos ella me lo dijera… Pero sólo atina a verme con esa mirada dulce y llena de una paz inconcebible, y como diciéndome algo con los ojos, con su alma, pero no lo alcanzo a descifrar. Toda bella y toda hermosa, no la puedo dejar, ¿cómo dejar de amarla? si ella es todo para mí. ¿Quién podría no amarla? Y después de mucho tiempo de estar dándole vueltas al asunto, y ya a muy altas horas de la noche, se recuesta un momento, tratando de conseguir algo de calma, quedándose dormido apenas unos momentos, suficiente para que una suave brisa tocara sus cabellos y le susurrara en sus sueños. Repentinamente José se levantó, como si el viento sutil le hubiera dicho todo, y fue en busca de ella, completamente convencido ahora de lo que quería, y una vez encontrándola, la abrazó y la besó. Quedándose con ella, para defenderla y amarla, y para no separarse jamás.   +Alfonso G. Miranda Guardiola  @monsalfonso...

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¡Quién lo fuera a decir, que las dos advocaciones hermanas se juntaran! Después de no sé cuánto tiempo. ¿Cómo fue eso?

Posted by on Dic 8, 2014 in HISTORIAS | 0 comments

Pues resulta que hablaron de parte de la Virgen del Roble, a la Basílica de la Purísima, para preguntar si podían recibirla. A lo que la Virgen chiquita, contestó inmediatamente que sí. ¿Cómo no la iba a recibir? Hasta le ofreció prepararle a su advocación hermana un altar que hiciera juego con su transparente capelo.  La llamada fue el viernes, justo el tiempo necesario para que la Virgen chiquita se peinara y pusiera caireles a su hermosa y castaña cabellera, para que diera toques al vestido más elegante que tenía, y pudiera pulir la corona de oro que la ceñía. Quería presentarse con todas sus galas, para tan distinguida ocasión. El acontecimiento sería dos días después, el II domingo de Adviento, fecha en que se celebra el día de los motociclistas, quienes serían, precisamente, quienes la cortejarían.  La Virgen del Roble, vendría con su hermoso vestido de peregrina, el que usa para recorrer todas las Iglesias, dentro y fuera del país, además de traer su excelsa corona, a 50 años, justamente, de haber sido coronada. Pero bueno, la Virgen chiquita, como era la anfitriona, tendría un altar más alto, para que la pudieran ver, pues era la más pequeña.  El día llegó, y estuvo en grande la fiesta, las dos advocaciones hermanas se abrazaron amorosamente, se sonrieron, y se pusieron una junto a la otra durante toda la misa. Dieron un hermoso ejemplo, de cómo se puede convivir en paz en familia, sin celos, con profundo respeto, con inmenso cariño y ternura, llenas de alegría, y ofreciendo servicio y hospitalidad.  Además todo transcurría el 7 de diciembre del 2014, un día antes, precisamente, de celebrar la fiesta de la Virgen Purísima de la Concepción, así que la Virgen del Roble, le rendía los honores en su fiesta a la anfitriona, que estaba toda sonrojada y feliz llena de emoción. Afuera en la calle, se oían los gritos con que invitaban a toda la gente, los esperamos al final a los tamales, enchiladas, burritos y al champurrado.  Adentro, la misa transcurría con respetuosa algarabía, los cantos, los aplausos y las risas de los muchos niños que alegres participaban.  La misa terminó, y se bendijeron los cascos, los chalecos de cuero y las familias de los motociclistas, que se dispusieron todos a los pies del altar.  Acto seguido, las dos imágenes, fueron asediadas por flashes de muchas cámaras que salieron de todas partes, para guardar el momento único y especial.  Todos los presentes se tomaron fotos con ellas, en el breve tiempo mientras empezaba la siguiente misa, y antes de que la Virgen del Roble saliera, y siguiera su peregrinación de la mano de los motociclistas, que la llevarían con ellos, por todos sus caminos, con la libertad y fraternidad que los caracterizan, hasta recorrer el mundo entero.    +Alfonso G. Miranda Guardiola  @monsalfonso...

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Historia del obispo Adriel, un padre, un seminarista y 2 testigos de Jehová

Posted by on Sep 13, 2014 in HISTORIAS | Comentarios desactivados en Historia del obispo Adriel, un padre, un seminarista y 2 testigos de Jehová

Historia del obispo Adriel, un padre, un seminarista y 2 testigos de Jehová

El obispo Adriel* estaba realizando la visita pastoral en la parroquia de Jesús, el Buen Pastor, y comía con Manuel, el párroco y con Jorge, el seminarista, cuando al acabar la sobremesa, éste último dice, porque no me acompaña señor obispo, a la casa de Juan, él es testigo de Jehová, porque si va Usted, de seguro, se regresa: –       ¿Cómo que se regresa? –       Sí, al parecer, hace mucho fue católico, pero ya no lo es. –       Pero ¿crees que nos reciba? – Claro que sí, es buena persona. –       Bueno, pues vamos. ¿Me acompañas padre Manuel? –       No, mejor vayan ustedes. –       ¿Cómo que vayan ustedes? Ah no, estoy en tu parroquia en visita pastoral, y ahora me acompañas. –       No pues así por las buenas, claro que sí, vamos. –       Yo los llevo, dijo el seminarista. Un poco más tarde, ya en la casa de Juan, el obispo se sorprendió de que tan pronto los dejaran entrar. –       ¿Se puede? Dijo Jorge. –       Pásenle, aquí no se niega la entrada a nadie. –       Muchas gracias, dijo el obispo, pues venimos a saludarlos. –       Pues qué bueno que nos visita, dijo la esposa de Don Juan al verlo, pues necesito decirle algunas cosas, siéntense por favor. Martha era una señora alta, robusta, y de temperamento fuerte, que brotaba a flor de piel. Y aunque un poco maltratada por los años, se alcanzaba a ver, que en su juventud había sido muy hermosa. –       Padre, empezó a hablar Juan, ¿sabía que hace mucho tiempo, esta mujer que ve y yo, tuvimos muchos problemas, y nos separamos durante varios años? Yo, ya en mi desesperación, fui a buscar a mi párroco, que me dijo: déjala, si ya no te quiere, para qué la buscas, no la puedes retener a la fuerza, olvídate de ella. Y salí muy triste de ahí, porque realmente la quería. Como quiera me fui a buscarla, hasta el otro lado del país, donde se había ido con su familia, pero me seguía rechazando. Un día pasaba por la plaza principal de la ciudad y vi un sacerdote en la Catedral, lo miré esperanzado, y dije, allí está mi solución, fui y me acerqué, y lo ví que estaba confesando, había mucha gente, hice fila, y cuando me tocó mi turno, le dije: –       Padre estoy separado, necesito que me ayude, que hable con mi esposa. –       A lo que, acto seguido añadió: esto no es dirección espiritual, es confesión, dime tus pecados, –       pero padre es que, –       y rápido, porque ya ves la cola, hay mucha gente Y me retiré de ahí, desconsolado, y me senté afuera en una banca de la plaza, a llorar mi soledad y mis penas. No sé si fueron una, dos o tres horas las que, perdido, estuve ahí. En eso, se acercan dos personas, y me dicen: ¿qué te pasa? ¿Porque estás triste? Tenemos aquí varias horas y te hemos visto cabizbajo y llorando. Y les abrí mi corazón, y les platiqué mis problemas, eran dos testigos de Jehová, quienes me dijeron, no te apures, nosotros hablaremos con tu esposa. Y fueron con ella, y para no hacer el cuento largo, nos reconciliamos, y por eso somos testigos de Jehova. Yo me dediqué a escuchar, todos y cada...

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El obispo, a lavar los platos

Posted by on Sep 11, 2014 in ANECDOTAS, HISTORIAS | Comentarios desactivados en El obispo, a lavar los platos

El obispo, a lavar los platos

Celebrando estaban los diáconos en el comedor de la Catedral, muy gozosos después de su ordenación estelar. Los acompañaba el señor obispo y muchos amigos sacerdotes. Se veía y respiraba en los diáconos, y en todos los presentes el orgullo vocacional: “lo hemos logrado, al fin hemos llegado”. Y se oía el sonar alegre de las copas, cuando levantadas en lo más alto, se chocaban para brindar y festejar. Los abrazos, las felicitaciones, y los buenos deseos no faltaban, todo aquello era una fiesta de colores. Y vinieron los quesos, las aceitunas, los bocadillos y los ricos jamones, sin faltar por supuesto, los centros de mesa, los arreglos y las flores. Llegaron más invitados, con muchos regalos y dones. Las monjitas no se daban abasto, trajeron más sillas y sillones. Al final hubo cafecito y pastel de frutas, hecho de fresas y limones. Se sacó toda la vajilla, las tazas y hasta los jarrones. Jamás se agotó la alegría, los cantos y las emociones. Contagiada por tanta algarabía, una afanosa monjita, la que recogía los platos y los tenedores, dijo con una fulgurante sonrisa: ahorita que acaben, los espero para lavar la loza en la cocina, pero primero que venga el obispo, luego el diácono y al último el sacerdote. Todos soltaron la carcajada, por tremendo atrevimiento. Qué va a saber ésta, pensaron, de protocolos y ordenamientos. Siguieron compartiendo las risas, los sueños y los sentimientos, y mientras se divertían, el obispo se escabulló y se metió a la cocina, y se puso a lavar muy contento, toda la vajilla. Un sacerdote y un diácono al verlo, lo siguieron. “Madre”, ¿qué es lo que ha hecho? Reclamaron los otros cuando los vieron. Pero antes de que la monjita pudiera defenderse, el obispo atajó: “Si una mujer enseñó a Jesús a lavar los pies a los discípulos, no veo porque una monjita no pueda enseñarnos a nosotros a lavar los platos”. +Alfonso G. Miranda Guardiola (Recogido de una anécdota de un obispo del Paraguay)....

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