Historias
¿Es que acaso se puede amar de otra manera?
Es cierto, tanto San José, como la Santísima Virgen María fueron llamados por Dios a donarse un amor especial, no menos grande y nos menos hermoso, que todo amor que existe entre un hombre y una mujer. Pero aprendieron a dárselo sin poseerse el uno al otro. ¿Cómo es posible? Tuvieron que aprender a amarse con el corazón, con la cálida y dulce mirada, con los gestos del alma, con sus mil y un detalles compartidos, con sus alegrías y dificultades, con la caridad y la gentileza, con sus mutuos servicios, con su estar siempre juntos y disponibles al plan de Dios, con los cuidados de María, con la protección y el trabajo de San José, con las atenciones al niño Jesús. ¿Cómo no podrá ser este un modelo de amor entre esposos? Llamados a acariciarse especialmente con la cortesía de sus palabras, y con los gestos del corazón, respetando al ser amado, dejándolo ser y crecer, sin imposiciones, y mucho menos posesiones. Acostumbrados como estamos, tantas veces al dominio, a la sujeción y a la imposición sobre los demás, no sabemos dejar ser libre, no sabemos amar sin poseer, como si fueran los demás cosas y pertenencias nuestras. Hay que aprender a amar a la manera de los amados San José y la Santísima Virgen María. ¿Pues puede existir un amor más puro y más bello, que amar sin dominaciones ni posesiones? ¿Es que acaso existe alguna otra forma de amar? +Alfonso G. Miranda Guardiola...
Leer Mas¿Cómo, creer en un Dios que hace pucheros?
Yo no sé si se pueda demostrar la Navidad, lo que sí sé, es que dentro de cada uno de nosotros existe un niño, que es capaz de observar a los ángeles subir y bajar, y susurrarle a los pastores que corran a adorar al recién nacido; Un niño que puede escuchar el ladrido de los perritos que los acompañan corriendo y moviendo alegremente la cola; Un niño que puede ver bajar una estrella y postrarse de hinojos y adorar a este pequeño; Un niño que puede admirar a los tres reyes magos, que digo tres, cinco, siete reyes venidos de todas partes de la tierra para adorar a esta hermosa criatura, y ofrecerle maravillosos regalos: carritos, pelotas, monitos, tablets, ah! y por supuesto, oro, incienso y vino, digo mirra. Sí, ese niño que vive dentro de nosotros es capaz de descubrir a un Ogro que, amenazante, quiere robarle su sonrisa, y ver cómo el recién nacido, antes, le seduce y le arroba el corazón; Un niño capaz de conocer a una madre y a un padre, valientes, que por encima de las amenazas de la inseguridad y de la violencia que azotan el mundo, han querido que su bebé nazca en él; Un niño capaz de ver una vaca, una mula y un buey custodiando el establo para que nazca el verdadero rey. En fin, existe un niño dentro de cada uno de nosotros, que se maravilla ante un Dios tan grande pero que se ha hecho pequeño, y que nos ha empezado a hablar a través de llantos y pucheros. +Alfonso G. Miranda Guardiola @monsalfonso...
Leer Mas¡Tiene que haber algo de verdad en esto de la Navidad!
Un Dios que se hace bebé, ángeles que aparecen y anuncian la llegada de su reino, un Dios que habla en sueños, una estrella que camina y se detiene, unos magos que vienen con regalos de Oriente. Un Dios que para mostrarse, ha preferido los sueños, los sentidos y los corazones, a la lógica, la razón y las argumentaciones. No puede ser verdad tanta belleza, un Dios que no ha escogido ni reyes ni a ricos, sino a los pobres y desvalidos, para darse a conocer. Pues no han sido los sabios y entendidos los que lo han visto, sino los pastores, los animalitos y los niños. Más que verdad parece un cuento, pero sin ello toda la realidad perdería su fundamento, y la misma vida quedaría sin aliento. Un Dios, que se ha hecho carne para redimirnos, lágrimas para consolarnos, pies para acompañarnos, manos para acariciarnos, brazos para abrazarnos y corazón para amarnos. Este Dios, es cierto, tiene mucho de incomprensible, más sin él, cuán vacía y sola y sin sentido, quedaría la vida. +Alfonso G. Miranda Guardiola @monsalfonso...
Leer MasTrocitos de Navidad hecho poema.
Después de vacilar un momento por lo que la gente decía, José fue corriendo a casa de María, para abrazarla y para ya nunca dejarla jamás. El recién nacido titiritaba de frío. El viento lo arrullaba, la luna lo cobijaba, la estrella lo calentaba y la mamá, toda asustada: sólo sonreía y lo abrazaba. Porque no hacía falta, más que bajar la mirada y ver al niño en su regazo, para contemplar el más hermoso de los cielos. Tan hermoso estaba, que la luna detuvo su camino, para no chocar con la estrella que, extasiada, contemplaba al recién nacido. En eso, la vaca, la mula y el buey, en primera fila, vieron bajar la estrella y postrarse de hinojos, ante el tierno niño. Y es que con el nacimiento del niño Dios la vida se hace fuerte, renace la esperanza, da un paso atrás la muerte, y el mundo sabe a pan y hogar. De repente, apareció un viejo ogro que, agazapado, se disponía a robarle al niño su sonrisa, cuando éste, con su ternura, le arrobó el corazón. Y contemplando desde el cielo a los mortales, un querubín emocionado dijo: – ¡Quiero ir a la tierra! – ¿Pero, si eres un Ángel, para qué quieres ir? – Le contestó Dios, bastante asombrado – ¿Tu tuviste allí una madre, no? – Mmmm sí, claro, ¿porqué lo preguntas? – Porque, yo también deseo tener una. – Ah, ya comprendo, en ese caso, tú también puedes ir… +Alfonso G. Miranda Guardiola @monsalfonso...
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