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Historias

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L’OGRE. Un conte de Noël

Posted by on Ene 3, 2015 in HISTORIAS | Comentarios desactivados en L’OGRE. Un conte de Noël

  Il y était une fois un ogre, qui habitait dans une montagne éloignée. Il y a beaucoup de temps. Il était grognon. Il n’était jamais content. Il était une personne aigre, et voulait que tout le monde fût triste parce que lui était incapable d’aimer. Tous les gens étaient tristes. Les enfants ne souriaient plus. Les chiens ne bougeaient pas la queue. La cafetière ne sifflait pas ; les oiseaux ne chantaient plus ; les grillons ne sautaient plus ; les rosiers n’avaient plus de fleures ; les filles ne s’habillaient plus avec vêtements de colleurs. L’ogre avait volé tous les sourires à tout la gens. Et les mettait dans un énorme sac de cuir. Mais un jour, un enfant est né dans une montagne prés de chez l’ogre. En ce moment, on a écouté le sourire d’un enfant. Le voleur est allé chez le nouvel enfant pour lui quitter la joie. Il a emporté toutes ses armes pour l’occasion. Lorsqu’il est arrivé chez l’enfant. Le bébé l’a regardé avec tendresse et un grand amour. L’enfant ne lui a rien reproché respect sa vie passée. Dans son regard il y avait seulement douceur et bonté. Son petit visage était comblé de la lumière de Dieu. L’enfant le recevait ; l’embrassait et lui donnait son amour. Lorsque l’ogre allait voler le sourire, l’enfant lui avait déjà volé son cœur. En ce moment, l’ogre a senti une immense joie ; il est allait chez lui, pour laisser sortir tous les sourires de son sac. A partir de ce moment le monde entier a commencé á sourire!   +Alfonso G. Miranda Guardiola *En español, lo puedes encontrar en mi libro de cuentos de Navidad....

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Platicaba Sor Faustina Kowalska, un diálogo, que en sueños, tuvo con el Señor: 

Posted by on Ene 2, 2015 in HISTORIAS | 2 comments

– Dame lo tuyo. – Le pedía el Señor.  – Todo te lo he dado. – Sí, pero quiero lo que es tuyo.  – Te he entregado mis obras, mis sufrimientos, mis sacrificios, mis desvelos.  – Sí, pero entrégame solo lo que es propio tuyo,  – Pero, si ya te ha dado mi vida y mi tiempo, mi familia, mi trabajo, mi vocación.  – Sí, pero te falta algo que no me has dado.  – ¿Qué cosa que tenga o haya tenido, Señor, no te he entregado?   – Sólo una te falta, y que es solo tuya.  – ¿Qué cosa Señor? – Tus miserias.  – ¿También eso? – Sí, todo lo que antes me has dado, no ha sido tuyo, yo te lo dí primero. Lo que es propio tuyo, son tus miserias, y yo las quiero,  – ¿Para que Señor?  – Para convertirlas en luz.  – Aquí las tienes Señor. * Y aquí también están las mías, Señor.               + Alfonso G. Miranda Guardiola  El misterio de la Misericordia divina, es el de un Dios que se ha hecho comprensión y ternura, ha aceptado nuestras miserias, y está enamorado de nuestra pequeñez. * Tomado de los diálogos de Sor Faustina Kowalska, religiosa polaca, apóstol de la misericordia...

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La última historia de la Navidad!

Posted by on Dic 31, 2014 in HISTORIAS | 1 comment

Ahí estaban los corrales hechos de maderas y estantes, unas vacas rumiando, otras agachadas y comiendo, la paja y el heno desperdigados por todas partes, los becerros a un lado de sus madres, durmiendo. Los toros imponentes moviendo su cola, el gallo cantando casi cada hora, la pileta de agua mezclada con pajas, bajo un techito colocadas las secas pacas, que muy apenas cubrían del sol y del agua. Y ese aroma intenso a tierra húmeda, mezcla inocente de heno y pastura, mesa, fogón, pan y café, nos recuerda, olor que invade el alma con ternura. Los peregrinos encuentran jubilosos este portal, donde José prepara como puede un rinconcito celestial. Allí nacerá de una Virgen un niño, de una hermosura angelical. El sol de la tarde, despacio y triste se aleja, mañana lo verá y sonreirá, de oreja a oreja. La luna, presurosa, llega en primer lugar, las estrellas llegan solícitas, pues también quieren mirar. Todo está listo para contemplar, este espectáculo universal. Después de escuchar a los ángeles cantar, y en todo lo alto las trompetas sonar, comienza la obra y aparece también, la pequeña y brillante estrella de Belén, anunciando el nacimiento de un bebé. Es Dios que no ha menospreciado nacer, en este humilde y pequeño pesebre, como tampoco rechazará el placer, de venir a nuestro corazón en este mes de diciembre. El final de la obra termina en una cruz, un eje de madera, cuyo cuerpo en ella clavado, no sólo traza las coordenadas de la luz, sino que marca el camino del Resucitado.   +Alfonso G. Miranda Guardiola ...

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Ya no prediques más, porque ellos se salvarán, pero tú te condenarás

Posted by on Dic 29, 2014 in HISTORIAS | 0 comments

Había una vez un misionero que fue a anunciar la Buena Nueva a un lugar remoto, donde no conocían a Dios. Era un pueblo humilde que vivía sobriamente, según costumbres ancestrales, y no había violencia ni mayores problemas entre ellos. El misionero empezó a predicar y a anunciar la buena nueva, hablándoles del castigo, del infierno, les decía que existía un purgatorio, les habló de la condenación y de la muerte eterna. La gente se asustó y los niños lloraron, por lo que después de escucharlo, el anciano del Pueblo se puso de pie y le dijo: Oye hermano, ya de por sí la vida es difícil para que nos vengas tú a hablar de esas cosas, la verdadera Buena Nueva que necesitamos es una muy diferente, otra día te escucharemos, gracias por haber venido y vete en paz. Al cabo del tiempo vino otro misionero, y sin más, empezó también a predicar la Buena Nueva, sin embargo, éste comenzó a anunciar la alegría de llevar a Dios en el corazón y la paz de vivir juntos, reconciliados con Él. Les habló del gozo y la esperanza de creer en Dios, de conocer y experimentar la gracia, invitando a todos a aceptar la salvación de Dios, la vida plena que Jesús nos ofrece, la libertad, el amor, el perdón, la misericordia, la bondad de Dios… y el pueblo sonrió y creyó. Pero una noche cuando regresaba a su casa después de haber recorrido ciudades y pueblos anunciando la alegría del evangelio, el misionero tuvo un sueño, en el que un ángel con fuerte voz, le decía: “ya no prediques más, porque si lo sigues haciendo, ellos se salvarán, pero tú –por no haberte ocupado de ti mismo- te condenarás, en cambio, si dejas ya de predicar – y te fijas más en ti mismo- guardas y vives el mensaje en tu corazón, ellos no se salvarán, pero tú sí, tú no te condenarás”. El misionero se despertó a mitad de la noche, muy triste de haber escuchado esa terrible voz, alterado y perplejo, lloró mucho. Se quedó en silencio y orando tratando de descifrar aquel lamentable sueño. Esa mañana, más temprano que de costumbre, como habiendo vencido una batalla, con bravura y enjundia se levantó, y salió a predicar, ahora con más fuerza, y todavía más lejos, la buena nueva del Señor, sin pensar en sí mismo ni importarle otra cosa, que no fuera conquistar todas las almas, y salvar para Cristo, el mundo entero. Dios envío a su hijo al mundo, no para condenarlo, sino para salvarlo (Jn 3,17).  +Alfonso Miranda ...

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