Historias
Una piedra en el camino
Les comparto mi cuento: «Una piedra en el camino». Recuerdo vivamemte, cando un hombre llamado Moisés, por mandato de Dios, me golpeó dos veces con su bastón, y sacó agua de mí para saciar la sed de todo un Pueblo, que abatido caminaba en el desierto. Otro día, en medio de la guerra, fui recogida por un joven, que me puso en una sonda, y me lanzó contra un gigante, a quien mató, para, paradógicamente, liberar a su pueblo. Muchos siglos después, una noche, en un monte, junto a unos olivos, un hombre desolado se acercó y se apoyó en mi, para sentir un poco de alivio y consuelo. Cierta vez, cerca de Jericó, fui utilizada por unos maleantes, para hacer tropezar a un hombre, asaltarlo y dejarlo medio muerto en medio del camino. Pero fui yo misma, la que serví de apoyo a un samaritano, para subir a este hombre mal herido a su caballo, y llevarlo a un hostal. Una tarde de primavera, fui utilizada por un gentil pastor, que se apoyó en mi, para subir por un barranco, y rescatar a una oveja, que se le había perdido. También he sido, tantas veces echada a los pozos, donde no aparezco, ni nadie me ve, para servir de cimiento, y levantar, sobre mí, grandes y enormes edificios. Tengo sentimientos encontrados, pues a veces soy usada como piedra de tropiezo y escándalo, por unos, y como piedra suave y medicinal por otros. En el camino de la vida, he sido utilizada por artistas para decorar paredes, embellecer cuadros, completar hermosos mosaicos, pero más de una vez, he sido también manipulada para desequilibrar balanzas y engañar al hermano. Pero sobre todo, y es lo que más me duele, he sido utilizada en no pocas afrentas y guerras, para matarse entre propios hermanos. Guardo en mi corazón, no obstante, un día en que fui muy apreciada por una exquisita y sensible mujer, quien descubrió en mi tal belleza, como nunca nadie antes lo había encontrado. Y tanta luz en mi despertó, que me puso en su collar, y me llevó en su pecho todos los días, haciéndome sentir, con ello, una piedra de jade. Aún cuando fui rechazada por muchos, tuve la infinta fortuna de ser valorada por otros, que me identificaron, nada más y nada menos, como la piedra angular de un hermoso edificio, construido para acoger y albergar a todos los hombres, y que sigue en pie hasta nuestros días. Soy tan rica o tan pobre, tan pequeña o tan grande, tan vil o tan hermosa, soy aquello en lo que el hombre quiera transformarme. ¿Tú que harás conmigo? 17 de mayo 2014. +Alfonso Miranda...
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