Eco y Narciso: Una historia de la mitología hecha un bello poema al amor
Narciso era un joven apuesto y gallardo de Tespis, del que se enamoró la ninfa Eco. Eco era una muchacha hermosa y locuaz. Envidiada por Era, la mujer de Zeus, fue privada de la palabra, pudiendo solamente repetir la última sílaba de lo que escuchaba. Incapaz de expresar su amor a Narciso, éste la rechazó. Angustiada y desilusionada Eco muere.
Por haberla despreciado y tratado con tanta dureza. Los dioses condenaron a Narciso a enamorarse de su propia imagen. El adivino Tiresias había predicho que Narciso moriría cuando se viera.
Cuentan que al acercarse a las aguas cristalinas de una fuente, quedó prendado de la hermosura de su rostro reflejado en el agua. Narciso se enamoró apasionadamente de su imagen, que no pudo apartarse de ahí, languideciendo hasta quedar convertido en un narciso, la flor que crece al borde de los estanques; otros dicen que murió ahogado al querer abrazar su propia imagen.
Eco era una criatura limitada, como toda criatura, y limitado e imperfecto era su amor, ya que no podía expresarlo bien, no obstante, su amor era auténtico hacia Narciso. Éste, sin embargo, la rechaza y la desprecia por su limitación, y el amor de Eco cae al vacío.
¿Quién es Eco? Eco es nuestra misma voz, nuestro mismo sentimiento de amor a los otros, que una vez expresado, retorna hacia nosotros. Es el amor dado, que se transforma en amor recibido. Así, si Narciso hubiera podido decir “te amo”, Eco habría repetido despacio estas palabras “te amo”, se habría reafirmado en sí misma y en su amor, reafirmando al mismo tiempo a Narciso.
Narciso no sabe amar, no toma la iniciativa en el amor, no sabe ni siquiera decir “te quiero”. Y al actuar así, no le da al otro la posibilidad de existir, de afirmarse a sí mismo, más aún, lo anula, lo mata, pero lo hace de tal manera, que se anula y se mata a sí mismo.
Sólo el amor hace existir, y hace existir al mismo tiempo el amar y el ser amado.
Sólo el amor cuando es donado y expresado da la certeza de ser amados.
Sólo quien se desprende de sí y se abandona en amor a otro, para amarlo, se encuentra consigo mismo y con aquel a quien ya ha amado!
Sólo cuando seamos capaces de expresar nuestro amor, seremos capaces de recibirlo!
Hoy no te quedes sin expresar tu amor al ser amado, anda ve y dile te amo; y también ve y dale un abrazo, y un te quiero, a tu amigo, y a tu hermano…
Hoy no te quedes sin expresar tu amor al ser amado, anda ve y dile te amo. Y también ve y dale un abrazo, y un te quiero, a tu amigo, y a tu hermano…
+Alfonso G. Miranda Guardiola
Cfr. Cencini, Amadeo, Por Amor, Con Amor y En el Amor. Sígueme, Salamanca, 2001, pp. 159-161.