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¡Cuánto he desperdiciado mi tiempo!

10302101_313026588859157_2264790633512103998_n(Anécdota del Padre Garza Madero con el Papa Juan Pablo II).

En una visita a Roma, tuve la oportunidad de entrar a la Capilla donde rezaba el Papa Juan Pablo II, por esas distinciones que Dios te da una vez en la vida (decía el Padre Garza Madero en una de sus homilías). Y allí estaba el Santo Padre, hincado sobre un reclinatorio, frente a la custodia, que guardaba al Santísimo Sacramento. Absorto en la oración, contemplaba, gesticulaba, movía ligeramente la cabeza, metido en una insondable conversación con el Señor, hasta acá podía casi leer su pensamiento, su mirada hacía adentro, su silencio. De espaldas a mí, con toda su atención y su misma vida puesta ante el Señor, no se dio cuenta, por supuesto, ni de mi vida ni de mi existencia. Yo me quedé ahí, no supe cuánto tiempo, contemplando, atónito y embelesado ante aquel vaciamiento, aquel abandono, aquella compenetración exquisita que veía ante mis ojos, y al final, sólo atiné a decir: ¡Cuánto he desperdiciado mi tiempo!

 

+Alfonso G. Miranda Guardiola 

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