¿Porqué pusiste el espino junto a la flor?
La espina no nació para herir, sino para cuidar la flor. Los hombres no hemos admirado su virtud, y la hemos hecho instrumento de dolor. Tú le robarás la miel y el sabor, – le dijo a la abeja, el espino.- Pero no podrás arrebatarle el perfume, que es el encanto de la flor. Podrás quitarle el néctar y el rubor,- le dijo a la abeja, el espino.- Yo me deleito observando cómo se baña en el rocío la flor. ¿Cuánto valdrá una flor? Que Dios puso barricadas de espinas para defender su honor. Ante la flor se arrodilla, y con espada defiende su honor. El espino vigila en la orilla, y en secreto le declara su amor. En sus ojos había luces, en las palmas olivos; en su camino tres cruces, y en la frente rudos espinos. Yo...
Leer MasEl despertar de los laicos, y el momento trascendental de la Iglesia
«Nos podrán arrebatar todo, menos el coraje por enfrentar la vida». Victor Frankl. Deseo compartir una palabra sobre el momento existencial que estamos viviendo. Contemplo un país amenazado por la pérdida de rumbo y de sentido, donde no existe una clara perspectiva de futuro, ni de tiempo; donde no hay profundidad, ni densidad de pensamiento, donde no hay una estrategia definida, sino que todo se queda en el momento, en el aquí y en el ahora, pues no hay capacidad para ver, ni descubrir, que el tiempo es superior al espacio. También estamos viviendo en el mundo un exacerbamiento de la posmodernidad, del vaciamiento de las verdades, de los conceptos fuertes, para bajar a la verdad de cada quien; asistimos al reinado de lo fugaz, de lo efímero, de lo evanescente; donde impera el sentimiento, la emoción, lo...
Leer MasDiálogo entre el catequista Francisco y su nuevo ayudante.
(Preparación de la clase de catecismo parroquial. Comienzo del tema: la Misericordia). – Antes de juzgar a cada persona que se acerca a la Iglesia, primero debemos acogerla. – ¿Sea como sea? – Sí, no importa su condición. – Aunque sea muy pecador, – Aunque lo sea. – Mmmm… – Cuanto más grande es el pecado, mayor debe ser el amor que la Iglesia expresa hacia quienes se convierten. – Muy bien. ¿Y luego de acogerla, sí se le puede juzgar, verdad? – No, luego sigue acompañar a la persona, y caminar con ella. – Ah, ¿Y entonces sí se le juzga? – Por supuesto que no, el juicio, pertenece sólo a Dios, – Y si es muy pecador, ¿el juicio será implacable? – Será un juicio, eso sí, pero un juicio de misericordia. – Pero entonces, ¿si no...
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