La noche oscura de San José.
Esa noche antes de dormir, José se la pasó muy mal, por la noticia que empezaba a correr por todo el pueblo: María, su prometida, estaba encinta. José atribulado pensaba, ¿qué haré? la llevaré ante el juez con dos testigos, para que nadie se entere, y todo quede en privado, y ella pueda seguir su camino, y yo el mío ¿o qué hago? Yo por mi parte me iré a otra ciudad, yo no puedo soportar esto. Pero no quiero hacerle daño, ni siquiera quiero dejarla, yo sé que es buena, sé que su alma es hermosa, desconozco las razones para que esto haya sucedido, sin embargo su mirada se ve, como nunca, inocente, bella, pulcra y hermosa, no lo entiendo. ¿Qué haré?… y si aún así me quedara con ella… ¡Pero esto no puede ser!. Si al menos...
Leer Mas¡Quién lo fuera a decir, que las dos advocaciones hermanas se juntaran! Después de no sé cuánto tiempo. ¿Cómo fue eso?
Pues resulta que hablaron de parte de la Virgen del Roble, a la Basílica de la Purísima, para preguntar si podían recibirla. A lo que la Virgen chiquita, contestó inmediatamente que sí. ¿Cómo no la iba a recibir? Hasta le ofreció prepararle a su advocación hermana un altar que hiciera juego con su transparente capelo. La llamada fue el viernes, justo el tiempo necesario para que la Virgen chiquita se peinara y pusiera caireles a su hermosa y castaña cabellera, para que diera toques al vestido más elegante que tenía, y pudiera pulir la corona de oro que la ceñía. Quería presentarse con todas sus galas, para tan distinguida ocasión. El acontecimiento sería dos días después, el II domingo de Adviento, fecha en que se celebra el día de los motociclistas, quienes serían, precisamente, quienes la cortejarían. La Virgen del...
Leer MasHistoria del obispo Adriel, un padre, un seminarista y 2 testigos de Jehová
El obispo Adriel* estaba realizando la visita pastoral en la parroquia de Jesús, el Buen Pastor, y comía con Manuel, el párroco y con Jorge, el seminarista, cuando al acabar la sobremesa, éste último dice, porque no me acompaña señor obispo, a la casa de Juan, él es testigo de Jehová, porque si va Usted, de seguro, se regresa: – ¿Cómo que se regresa? – Sí, al parecer, hace mucho fue católico, pero ya no lo es. – Pero ¿crees que nos reciba? – Claro que sí, es buena persona. – Bueno, pues vamos. ¿Me acompañas padre Manuel? – No, mejor vayan ustedes. – ¿Cómo que vayan ustedes? Ah no, estoy en tu parroquia en visita pastoral, y ahora me acompañas. – No pues así por las buenas, claro que sí, vamos. – Yo los llevo, dijo el seminarista....
Leer MasEl obispo, a lavar los platos
Celebrando estaban los diáconos en el comedor de la Catedral, muy gozosos después de su ordenación estelar. Los acompañaba el señor obispo y muchos amigos sacerdotes. Se veía y respiraba en los diáconos, y en todos los presentes el orgullo vocacional: “lo hemos logrado, al fin hemos llegado”. Y se oía el sonar alegre de las copas, cuando levantadas en lo más alto, se chocaban para brindar y festejar. Los abrazos, las felicitaciones, y los buenos deseos no faltaban, todo aquello era una fiesta de colores. Y vinieron los quesos, las aceitunas, los bocadillos y los ricos jamones, sin faltar por supuesto, los centros de mesa, los arreglos y las flores. Llegaron más invitados, con muchos regalos y dones. Las monjitas no se daban abasto, trajeron más sillas y sillones. Al final hubo cafecito y pastel de frutas, hecho...
Leer MasHey! ¿qué pasó con nuestros mares y ríos? No te preocupes, se han extinguido.
Hace poco un joven inquieto con ojos llenos de luz, se acercó y me preguntó: – ¿Padre, de qué color es el cielo? – ¿De qué color quieres que sea? – ¿Cómo, no entiendo? – ¿Negro, como el agua contaminada de los ríos? – No. – ¿Roja, como la sangre de hombres y animales vertida en la tierra y los mares? – No. – ¿Gris, como la pólvora que envenena el alma y el corazón de los hombres? – Claro que no, no quiero esos colores. – No te preocupes, yo tampoco los quiero… ¿No será más bien blanco, como el pelo cano de tus padres? ¿O luminoso, como la sonrisa de los niños? ¿O café como los ojos de tu amada? – Sí, así quiero que sea. – Muy bien, lucha todos los días por ello, porque el...
Leer MasDonde quiera que él la miraba… ahí encontraba su Paraíso.
Se había extenuado Dios durante siete días en crear un hermoso paraíso, el más bello que pudiese existir, y para ello, había traído los jardines colgantes de Babilonia, había puesto gardenias españolas, guirnaldas francesas, cascadas de Iguazú, rosas de Castilla, madreselvas del Amazonas, un par de cenotes yucatecos, míticos quetzales de excelso plumaje, ruiseñores de entrañable voz, golondrinas que exaltaban el canto y la poesía, nenúfares en los lagos, peces de caprichosas formas y colores, y un millón de especies más, (todas éstas antes de que se extinguieran); pero de todo ello, Adán y apenas se daba cuenta. Él seguía aburrido, melancólico, indiferente, a disgusto, no convencido y hasta taciturno (si es que ese sentimiento ya podía sentirse), hasta que el Señor, bastante preocupado, le preguntó: – ¿Qué tienes Adán? – Nada… – ¿Por qué estás triste? – Ni...
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