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Anécdota y gran enseñanza en ocasión del Encuentro de Religiones por la Paz en la Cd. de México.

Anécdota y gran enseñanza en ocasión del Encuentro de Religiones por la Paz en la Cd. de México. Sucedió hace algunos años, en un Encuentro de religiones, efectuado en la Conferencia Episcopal de Montalban de Caracas en Venezuela. Estuvieron presentes unas 250 personas de distintos países, y de distintas expresiones de la fe cristiana. Samuel un Pastor evangélico había expuesto su senda posición acerca del bautismo y luego se abrió la sesión a preguntas y respuestas. Después de una media hora, una monjita católica tomó la palabra para preguntar: “Qué es lo que ocurrió en la historia que nos haya separado y nos haya mantenido en una situación de tanto rechazo y en momentos, de violencia”. La pregunta fue dirigida al Pastor, quien le preguntó si le podía contestar “con toda franqueza y libertad”; su respuesta fue afirmativa. El...

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He aquí, la respuesta teológica que un niño da a sus papás, Divorciados vueltos a casar, que no pueden comulgar:

                – A ver mamá, explícame otra vez eso, porque no te entiendo. – Sí Pedrito, tu papá y yo, no podemos comulgar. – Pero, ¿porqué? – Ya te lo he dicho, somos divorciados y vueltos a casar, – ¿Y eso qué tiene qué ver? – Pues ya tuvimos un matrimonio anterior, que por muchas razones no pudimos conservar, y ahora nosotros no podemos recibir la comunión. – Pero la catequista nos ha dicho, que Dios es bondadosos y misericordioso, – Sí es cierto, pero… – Y tú me has dicho que el Papa Francisco quiere que todos nos acerquemos a Dios. – Sí pero… – Y que todos somos pecadores, pero que Dios nunca se cansa de perdonar. – Bueno, no es que la Iglesia no quiera darnos la comunión, –...

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A tono con el mundial !

              El seminarista todo alegre, sotana encima, corría con el balón pegado a la barda de la sacristía, pero repetidas veces equivocaba el pase, en el futbolito que jugaba con los monaguillos en el patio, entre la casa parroquial y la sacristía de la Iglesia, pero el niño, al ver que el seminarista no daba una, ni le daba el pase, y ni siquiera metía gol, todo enojado exclama: ¡Qué mal juegan los seminaristas, yo no sé que tanto hacen en el seminario! (Hecho real acaecido en la parroquia Santa Elena de Zuazua, N.L., hace ya muchos años (1997) siendo yo seminarista; claro está que yo no fallaba los goles, por supuesto!). Cada 4 años, sin falta, 😉 publico esta historia! + Alfonso Miranda Guardiola...

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Como los perritos del Evangelio…

(En ese instante y en ese momento, se plantó la semilla). Corría el mes de septiembre de 1996. Habíamos recorrido toda la ciudad de México en busca de algún grupo de divorciados vueltos a casar (DVC), para iniciar nuestro apostolado y trabajo final de 4º de Teología. Hasta que finalmente dimos con la parroquia de San Felipe de Jesús, por metro Observatorio, donde nos habían dicho que había parejas en esta situación, y comenzamos a buscarlas, a dar avisos en las misas, entregar volantes, visitar casas, y nada, ninguna pareja venía, y así pasaron 4 semanas, y nuestro semestre corría, y teníamos que avanzar, y nos dijimos Manuel Raúl y yo, ambos seminaristas, vamos a venir una vez más, si llega alguien, qué bueno, le seguimos, y si no, nos vamos… Y a la semana siguiente… Durante ese tiempo...

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¡Cuánto he desperdiciado mi tiempo!

(Anécdota del Padre Garza Madero con el Papa Juan Pablo II). En una visita a Roma, tuve la oportunidad de entrar a la Capilla donde rezaba el Papa Juan Pablo II, por esas distinciones que Dios te da una vez en la vida (decía el Padre Garza Madero en una de sus homilías). Y allí estaba el Santo Padre, hincado sobre un reclinatorio, frente a la custodia, que guardaba al Santísimo Sacramento. Absorto en la oración, contemplaba, gesticulaba, movía ligeramente la cabeza, metido en una insondable conversación con el Señor, hasta acá podía casi leer su pensamiento, su mirada hacía adentro, su silencio. De espaldas a mí, con toda su atención y su misma vida puesta ante el Señor, no se dio cuenta, por supuesto, ni de mi vida ni de mi existencia. Yo me quedé ahí, no supe...

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Ocurrió en San Max

Anécdota simpática acaecida en el templo de San Max. Afuera de la tienda del güero, frente a la casa de los padres del Templo de San Max, se juntaba un señorito, ya medio grande de edad, pero chaparrito y delgado, cara afilada, piel morena, muy simpático. Andaba siempre con ropa arrugada, holgada, y siempre desparpajado y despeinado (estilo claviyazo). Era pintor, barrendero, albañil, jardinero y multiusos, según decía. Un día me pedía que le regalara un rosario, y se lo daba, y al otro día me lo volvía a pedir, que porque lo subieron a la patrulla y se lo quitó la policía, que porque se lo habían robado, que porque lo golpearon, y ve tú a saber por qué más cosas. Cada vez que me veía, se acercaba solícitamente a saludarme, haciéndome todas las reverencias y caravanas respectivas,...

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