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Anécdota: ¡Ay, ¿para qué vine a esta Misa, con esta quinceañera?

Me acuerdo de aquella Misa de XV años de una pequeña niña que entró al templo en silla de ruedas, aparentemente con una discapacidad. Lucía como abstraída, con su mente fuera, como en otro lugar, con su rostro como si nada entendiera. Su cuerpo encorvadito. ¿Qué va a poder entender ella, pensaba uno, la Palabra de Dios, el Evangelio, las lecturas de la Misa? ¿Qué va a poder comprender las cosas que los hombres viven en este mundo, qué va a saber ella de estas cosas? Y allí estaba la niña, sentada abajo del presbiterio, frente al altar, con su vestido rosa, de encaje, y su rostro lleno de brillitos como todas las quinceañeras.  Después del Evangelio, parecía uno escuchar a la gente que no conocía a esta damita: “¡Ay, ¿para qué vine a esta Misa, con esta quinceañera?...

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Pinceladas de poesía en esta fiesta de la Epifanía.

El camino de los magos hacia el niño Dios está lleno de errores y dudas: Han vacilado, se han equivocado de ciudad, han perdido la estrella, han llegado con Herodes. Pero el camino les ha mostrado también, que se necesita una infinita paciencia para volver siempre a comenzar. Los magos nos enseñan a caminar con los pies en la tierra, pero con los ojos fijos en el cielo. El cuarto Rey Mago, atareado por dejar en orden todos sus pendientes, llegó tarde, sus compañeros… ya se habían ido. La estrella de Belén, celosa y furiosa, se detuvo a esperar a los Reyes, hombres al fin, que por mirar a otras estrellas, se habían perdido. Tuvo que detenerse la luna, para no chocar con la estrella que, al fin extasiada, contemplaba al recién nacido. Y el tiempo también se detuvo,...

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¿Qué acaso se puede amar de otra manera?

Para esta fiesta de la Sagrada Familia, recojo una frase de una homilía del Papa Benedicto XVI del año 2009, en la que decía: «San José nos enseña a amar al otro, sin poseerlo.» Y yo me pregunto, ¿es que existe alguna otra forma de amar? Es cierto, tanto San José, como la Santísima Virgen María fueron llamados por Dios a darse mutuamente un amor especial, no menos grande y no menos hermoso, que todo amor que existe entre un hombre y una mujer. Pero aprendieron a dárselo sin poseerse el uno al otro. ¿Es esto posible? Ambos, aprendieron a amarse con el corazón, con la cálida y dulce mirada, con las sonrisas y los gestos del alma, con sus mil y un detalles compartidos, con sus alegrías, y dificultades, con la caridad y la gentileza, con sus mutuos servicios,...

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Las otras puertas de la misericordia…

Cada corazón humano es una puerta que debemos tocar con delicadeza, para entrar con misericordia. Para comenzar este año jubilar, debemos pedir al Señor que abra y atraviese la puerta de nuestro corazón con su misericordia, porque todos lo necesitamos, todos somos pecadores, y todos necesitamos escuchar su Palabra, para que venga ésta a sanar nuestras heridas, colmar nuestros vacíos y renovar nuestras ilusiones. La puerta de misericordia que se está abriendo en cada Catedral, es solo un signo de las otras puertas que necesariamente también debemos abrir y cruzar. ¿A cuáles nos referimos? Precisamente a las puertas donde están nuestros hermanos afligidos y necesitados, ir y entrar a través de las puertas de las cárceles, de los orfanatos, de los tutelares, de los asilos, de los hospitales, de las casas de los indigentes, refugiados y migrantes, de los...

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Oración para pedir la Indulgencia para los que no pueden comulgar ni confesarse.

  Dios Padre bueno y eterno, en este año de la Misericordia al que nos llamas, queremos pedirte en nuestra condición, nos concedas tu Indulgencia, que aunque no podemos recibir la absolución, ni la comunión, no porque no queramos (tú más que nadie sabe cuánto lo anhelamos), sino porque nuestra situación de vida nos lo impide. Tú conoces las diversas dificultades morales, materiales o personales por las que no podemos acercarnos a las sacramentos, situación que no disminuye nuestro enorme deseo de amarte, seguirte y corresponder a tu amor, por lo que queremos ofrecerte nuestra vida, y nuestras obras de justicia y de caridad, tanto cuánto sea posible. Es mucha nuestra hambre y sed de ti, pero también sabemos de nuestras flaquezas, ¿quién podría alzarse digno ante ti? Aquí están nuestras manos, tal vez no tan limpias y puras,...

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