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Sólo un policía llegó a misa…

Ese día, cosa rara, había llegado yo temprano al campo de los policías, y como era domingo de ramos, sabía que era difícil que los policías asistieran a misa. Durante Semana Santa salen a custodiar las carreteras y cuidar el orden en plazas y centros por vacaciones. Sin embargo, después de aguardar algunos minutos, un joven policía se acercó, con la clara intención de participar en la celebración. El tiempo pasaba, pidió un ramo, pensé, denle hermanas, el más pequeño para que no se burlen sus compañeros, pidió el más grande. Se hacía tarde, nadie más llegaba, había que empezar la misa. Lo llamamos, él, solo, mostrando su temple y gallardía, se acerca al altar, sin temor al qué dirán, en el enorme patio que divide el comedor, la comandancia y la enfermería, seguro de sí mismo, y comenzamos...

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Una persona que se conmueve ante Dios transforma a su comunidad, y contagia con su sensibilidad a todo el mundo.

Recuerdo hace algunos años, cuando fui a unos ejercicios espirituales para laicos y sacerdotes en Casa Indigo, en Torreón, que me llamó mucho la atención la manera de comulgar de una dama, cómo se conmovía cada vez que se acercaba a comulgar, se detenía unos instantes, se acercaba la mano a la barbilla, como no queriendo que su boca tropezara con la mano del sacerdote, que llevaba la hostia, como respetando, cuidando hasta el extremo, como con una especie de estupor, como dice la Biblia, como quiere el Papa, era algo que me estremecía, sólo de verla cómo recibía a Jesús sacramentado. “Detente, quítate las sandalias, ante el suelo sagrado que está frente a ti, porque es tu hermano”. Cfr. EG 169. Si pudiéramos también nosotros conmovernos, ante el otro que se acerca, o ante quien nos acercamos, o...

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El padre Ermes y el Papa Francisco bebían de la misma fuente, del corazón amoroso y misericordioso de Dios

Les comparto una gracia recibida. Corría el año del 2007, cuando tuve la oportunidad de ir a Roma por primera vez. Por aquella época, quería encontrar yo un libro de homilías, que hablara sobre la belleza de Dios, que era la espiritualidad que estaba viviendo en mi interior. Por lo que yendo a la librería las Paulinas, cerca del Vaticano, busqué, pregunté, hasta que di con un libro, que llevaba por título: “Tu belleza quiero cantar, Señor”, cuyo autor era el religioso siervo de María, Ermes María Ronchi. Lo compré y me lo traje a México, y a partir de ahí, ese texto se convirtió en mi libro de cabecera, y me gustó tanto, que me puse a buscar los demás libros de ese autor, correspondientes a los ciclos A y B, que me faltaban para completar la colección....

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Sucedió una noche en casa de Pastoral: Cuando ellos cantan el mundo calla.

Sucedió hace varios años en la Casa de Pastoral.  Un sábado de sesión ordinaria con los Divorciados y vueltos a casar, en que un servidor estaba dando una plática fenomenal (ajá!), de repente llega Carmelo, con actitud extraña, y subrepticiamente pone su bolsa de lonches, en una mesa junto a las demás, pues esa noche iríamos al hospital de Zona a entregarlos a los familiares de los enfermos. Su sonrisa grande y sospechosa delataba algo, pero bueno, no le dimos mayor importancia, y seguimos con la interesantísima sesión (ajá). Su esposa Marisela había llegado temprano, pero desdeñosamente, no le obsequió ni una sola mirada a su esposo al llegar, quizá por la hipnotizadora charla que estaba un servidor dando, (si, cómo no!). En el momento en el que estaba más inspirado con mi tema, y la gente estaba más...

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Basta ya de expoliar a nuestra Madre tierra! Defendámosla con toda el alma y el corazón!

Comparto algunas preocupaciones respecto al medio ambiente y el estado de la tierra, sus recursos, la sociedad y la dignidad de las personas, las cuales, necesitamos urgentemente defender.   La tierra clama, es el pobre que grita y no es escuchado. Es un grito de defensa ante la destrucción a la que nos estamos encaminando.   El Papa Francisco nos está pidiendo que alcemos la voz, que nos organicemos, que utilicemos los talentos que tenemos para respetar y defender la naturaleza.   No interesan las cuestiones políticas, sexenales, ni de partidos; el problema es existencial. Nos estamos jugando la subsistencia del ser humano. Estamos matando a nuestro planeta.   Comparto mi preocupación por los pueblos en torno al río San Juan en Cadereyta, vamos y sentimos el dolor de la gente. Vemos cómo se va muriendo la tierra, los...

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