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Conferencia en la Asamblea Eclesial Diocesana 2014: Una Iglesia de Puertas Abiertas.

Les comparto la Conferencia que ofrecí, en la Asamblea Eclesial Diocesana de Monterrey el pasado 1ero de diciembre 2014, en la Casa de la Iglesia, con el tema: «Una Iglesia de Puertas Abiertas». Hermanos Obispos, Sacerdotes, Seglares, todos, bienvenidos y buenas tardes. Hace muchos años cuando estaba todavía en el Seminario; allá por 1991- 1992, pues estaba de vacaciones y como todo buen Seminarista pues iba a misa. Una mañana, mi familia vive en San Nicolás, en la Colonia Roble, entonces ese día temprano me fui a la misa a la Parroquia del Espíritu Santo, en la Colonia Anáhuac, con los oblatos de San José, fui a misa y quedé de regresar con mis papás y me encuentro a un seminarista, Horacio, compañero de clases aquí en el Seminario, y después de misa, me dice, ¡Vente te invito a...

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¿Cómo, creer en un Dios que hace pucheros? 

  Yo no sé si se pueda demostrar la Navidad, lo que sí sé, es que dentro de cada uno de nosotros existe un niño, que es capaz de observar a los ángeles subir y bajar, y susurrarle a los pastores que corran a adorar al recién nacido;  Un niño que puede escuchar el ladrido de los perritos que los acompañan corriendo y moviendo alegremente la cola;  Un niño que puede ver bajar una estrella y postrarse de hinojos y adorar a este pequeño;  Un niño que puede admirar a los tres reyes magos, que digo tres, cinco, siete reyes venidos de todas partes de la tierra para adorar a esta hermosa criatura, y ofrecerle maravillosos regalos: carritos, pelotas, monitos, tablets, ah! y por supuesto, oro, incienso y vino, digo mirra.  Sí, ese niño que vive dentro de nosotros...

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¡Tiene que haber algo de verdad en esto de la Navidad! 

Un Dios que se hace bebé, ángeles que aparecen y anuncian la llegada de su reino, un Dios que habla en sueños, una estrella que camina y se detiene, unos magos que vienen con regalos de Oriente. Un Dios que para mostrarse, ha preferido los sueños, los sentidos y los corazones, a la lógica, la razón y las argumentaciones. No puede ser verdad tanta belleza, un Dios que no ha escogido ni reyes ni a ricos, sino a los pobres y desvalidos, para darse a conocer. Pues no han sido los sabios y entendidos los que lo han visto, sino los pastores, los animalitos y los niños. Más que verdad parece un cuento, pero sin ello toda la realidad perdería su fundamento, y la misma vida quedaría sin aliento. Un Dios, que se ha hecho carne para redimirnos, lágrimas...

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Trocitos de Navidad hecho poema.

  Después de vacilar un momento por lo que la gente decía, José fue corriendo a casa de María, para abrazarla y para ya nunca dejarla jamás. El recién nacido titiritaba de frío. El viento lo arrullaba, la luna lo cobijaba, la estrella lo calentaba y la mamá, toda asustada: sólo sonreía y lo abrazaba. Porque no hacía falta, más que bajar la mirada y ver al niño en su regazo, para contemplar el más hermoso de los cielos. Tan hermoso estaba, que la luna detuvo su camino, para no chocar con la estrella que, extasiada, contemplaba al recién nacido. En eso, la vaca, la mula y el buey, en primera fila, vieron bajar la estrella y postrarse de hinojos, ante el tierno niño. Y es que con el nacimiento del niño Dios la vida se hace fuerte, renace...

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La noche oscura de San José. 

Esa noche antes de dormir, José se la pasó muy mal, por la noticia que empezaba a correr por todo el pueblo: María, su prometida, estaba encinta. José atribulado pensaba, ¿qué haré? la llevaré ante el juez con dos testigos, para que nadie se entere, y todo quede en privado, y ella pueda seguir su camino, y yo el mío ¿o qué hago? Yo por mi parte me iré a otra ciudad, yo no puedo soportar esto. Pero no quiero hacerle daño, ni siquiera quiero dejarla, yo sé que es buena, sé que su alma es hermosa, desconozco las razones para que esto haya sucedido, sin embargo su mirada se ve, como nunca, inocente, bella, pulcra y hermosa, no lo entiendo. ¿Qué haré?… y si aún así me quedara con ella… ¡Pero esto no puede ser!. Si al menos...

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