Y ¿qué pasó con aquel Angel dibujado en el parque?
Salí de casa para despejarme un rato, tras una semana de tensiones y problemas. Entre sombras y penumbras caminé sin rumbo por las calles, hasta llegar a un desolado parque.
Caía la tarde, y bajo un árbol frondoso me recargué a meditar, me agaché un instante y con una piedra, dibujé en la tierra un ángel de la guarda pidiéndole su ayuda, me levanté enseguida al sentir el viento golpear sobre mi cara, y me di cuenta que no estaba solo, que Dios, a pesar de todo me seguía y me acompañaba, en cada paso que yo daba.
No faltó ese día, la compañía de un amigo, la llamada familiar, la oración en el Santísimo que iluminó mi obscuridad.
… y aquel Angel dibujado en el parque? Atrás se quedó solo, junto al frondoso roble, que resguardó mis penas, yo me alejé por el sendero estrecho y seco que tuve de regreso. Quizá lo recoja el mismo viento, lo borre la lluvia veraniega o lo pisoteen los zapatos de los que atajan por ahí su camino de vuelta a casa… o tal vez un niño, cuyos ojos limpios siempre ven algo más, se parará para delinearle a su nuevo Amigo lo que en aquél momento no supe ni pude yo dibujar: una sonrisa 😊 .
+Alfonso Miranda