¡Ah! ¿Era en serio? Cuenta regresiva… Reseña viaje a Polonia, Septiembre 2014.
El curso de nuevos obispos en Roma, había sido un festín de lenguas y naciones. Al llegar a Polonia el viernes 19 de septiembre del 2014, me topé con el obispo auxiliar precisamente de Varsovia, a donde yo iba.
Cuando nos bajamos del avión, Josef, como se llama, me acompañó gentilmente hasta la puerta de salida, donde el Padre Bartek, atento como siempre, ya me esperaba.
En Roma, tuve la oportunidad de decirle a Monseñor Josef, que iría a su tierra, un día antes de que terminara el curso. Y gracias a Dios que le avisé pues al día siguiente, me lo reencontraría de nuevo. Pues, cual no sería mi sorpresa que al encontrarme con el padre Bartek, me dijo que gracias a Monseñor Tadeusz Pikuz, antiguo obispo auxiliar de Varsovia, ya estaba agendada para el día siguiente sábado 20 de septiembre, un desayuno con el Cardenal de Varsovia, Mons. Casimiro, en la misma Curia Arzobispal. Nos recibiría a toda la comitiva mexicana, el mismo Cardenal, un obispo auxiliar, y tres secretarios curiales.
Y ahí estuvimos muy honrados y gustosos. Nos presentamos las dos delegaciones, leí mi presentación preparada en polaco, pero después toda la reunión transcurrió en italiano. Fue una reunión extraordinaria, donde nos abrieron las puertas de la Arquidiócesis, y nos ofrecieron su apoyo y respaldo. Intercambiamos regalos, ellos, recuerdos de la canonización del Papa Juan Pablo II, y nosotros, bellas imágenes de la Virgen de Guadalupe.
El domingo siguiente participamos en las misas de la parroquia Santa Teresita del niño Jesús, donde nos acogieron admirablemente Un servidor leyendo la homilía y algunas oraciones de la misa en polaco, y Kache y Ana, tocando y cantando al final de la misa cantos mexicanos. Fue un primer encuentro intenso, fraterno y personal con la comunidad de ésta ahora querida comunidad parroquial. Ellos estaban alegres con nuestra presencia, (al menos eso parecían, ya que no les entendíamos ni jota), y nosotros mucho más contentos por su acogida.
El padre Sigmund, párroco, con 25 años de ordenado, desde que llegamos se mostró tremendamente hospitalario, abriéndonos el hotel de la parroquia, a nosotros humildes forasteros, transeúntes de sueños.
Nos invitaba a almorzar y a cenar todos los días. También conocimos a los vicarios, al padre Yan, que hablaba con nosotros un poco de inglés, al igual que el párroco. El padre Criste, que es el director de la revista parroquial, y que habla muy bien español.
El mismo sábado, después del desayuno con el Cardenal, ni tardos ni perezosos, nos fuimos a Niepokolanow, monasterio que fundó San Maximiliano Maria Kolbe, donde pasamos toda la tarde, con el atento y alegre hermano Yasek que nos mostró todo el convento, la Basílica menor, el museo, la estación de radio, la estación de bomberos de los frailes (¡monjes apagafuegos, aunque usted no lo crea!), el cementerio, la antigua capilla, hoy reliquia, y muchas cosas más. Tuvimos, además una junta especial con él, para ver todos los preparativos para presentar en su auditorio nuestra obra de teatro: «Solo el Amor Crea».
Ese mismo día, antes de llegar a Niepokolanow, fuimos a la parroquia de san Maximiliano Ma Kolbe, en Varsovia, para hablar con el párroco, ver el salón parroquial, revisar todos los detalles y fechas de las presentaciones (cafecito con galletas polacas incluido).
El lunes siguiente fuimos a visitar la Virgen de Chestochowa, donde tuvimos la gracia de celebrar la Eucaristía en el altar principal de la Basílica, dedicada a la Virgen Patrona de Polonia. Visitamos los museos y capillas, y compartimos los alimentos con los padres custodios de este santuario nacional. (Allí me reencontré con una hermana religiosa, carismática y simpática, que nos mostró en imágenes el amplio vestuario de la Virgen de Jasna Gora, como también se le conoce, «toda una señora», decía).
Al terminar nos fuimos a conocer la parroquia del sacerdote mártir Jerzy Popielusko, y visitamos su impresionante museo, su tumba, y constatamos el fascinante amor y la profunda devoción que le tiene todo el pueblo de Polonia, a 30 años de su martirio.
Un detalle: ya en la noche, antes de partir, estrechamos la mano de varios hombres que, al día de hoy, venidos de muchos pueblos de Polonia, hacen guardia, impidiendo que profanen y roben el cuerpo del joven santo.
Al día siguiente, martes, fuimos con Monseñor Tadesuz Pikus, antiguo obispo auxiliar de Varsovia, y hoy titular de la diócesis de Drochizen al noreste de Polonia, agradeciendo la atenta invitación que nos hizo de visitarlo y pasar dos días con él. Allí estuvimos en el palacio episcopal, que aglutina: la sede, la catedral, la curia, el seminario y el tribunal eclesiástico.
Tomamos el café con él, pero antes comimos carne de bisonte, con los sacerdotes en el comedor principal. Conocimos el museo diocesano, con las más grande colección de casullas antiguas de la región y quizá del mundo. Y algunos de los templos más importantes, incluida una Iglesia ortodoxa.
El miércoles, después de misa de 7 am, nos fuimos al último rincón de Polonia, límite con Bielorrusia, al parque nacional Bialowieski, la más extensa reserva natural de todo Europa, donde fuimos al museo, y dimos una caminata en carruaje por el viejo bosque. (Allí fimaron sin duda la película de Star Wars, la de los Ewoks).
Al final gentilmente nos invitaron a un tradicional restaurant polaco, donde nos ofrecieron jabalí, ganso y zetas silvestres, y nos entonaron con trompetas, melodías de inicio y fin de la comida de los antiguos cazadores. (Regalándonos también la insignia de San Humberto, patrono de estos últimos).
Regresamos de noche a Varsovia y el jueves al mediodía tuvimos el encuentro en la Embajada de México en Polonia, donde expusimos con amplitud nuestro proyecto de presentar el próximo julio 2015, una obra de teatro sobre la vida de san Maximiliano Ma. Kolbe, con actores y músicos mexicanos, en polaco. (¿Cómo dijo?)
Tuvimos el honor y la distinción de ser recibidos por el Embajador mexicano en Polonia, quien gentilmente nos acompañó más de una hora, con una muy amena y cordial charla. Sintiéndose muy cómodo y a gusto con nosotros, unos simpáticos y carismáticos compatriotas (Ajá). Al final quedaron gustosamente dispuestos en apoyarnos.
Jueves y viernes tuvimos sendas juntas con Agnieszka, la asistente del padre Sygmund, con quién platicamos minuciosamente, en francés y polaco, los detalles de la obra a presentarse en el teatro de santa Teresita.
Cabe mencionar que dentro del equipo que fuimos representando Monterrey, estuvimos el padre Fernando Torres, Felipe Salazar, Daniel Yañez, su esposa Ana Cristina y un servidor. Tuvimos, como era de suponer, ya que no era un viaje de placer, intensas juntas de trabajo y planeación, prácticamente todas las noches (nuevamente ajá).
Quedamos muy formales en mantenernos en contacto con el padre Sigmund, y con Agnieszka, muy motivados y sobre todo muy agradecidos por todas sus atenciones.
Tuvimos la fortuna de participar diariamente en la misa, por lo que en preparación a nuestro próximo encuentro, deseamos celebrar algunas misas en polaco con la comunidad polaca en Monterrey. (Los invitamos).
Fuimos tratados extraordinariamente los mexicanos en Polonia, por lo que dejamos insistentes invitaciones a los padres Bartek, y al padre Sygmund de visitarnos en México a la primera oportunidad.
Ahora, a ensayar a todo galope… y en polaco. (¡Qué qué! ¿Era en serio?).
Empieza la cuenta regresiva…
+ Alfonso G. Miranda Guardiola
@monsalfonso